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Archive for the ‘Artículos de opinón’ Category

MURIÓ GODOFREDO STUTZIN, PADRE DEL MOVIMIENTO ANIMALISTA CHILENO

febrero 14, 2010 6 comentarios
  • Murió el jueves 11 de un paro cardiaco. De nacionalidad alemana, el abogado que nació en 1917  es considerado precursor de la legislación medioambiental en Chile, además de fundador de organismos como el Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF). Entre las distinciones que ha recibido se cuenta la condecoración “Goldenes Ehrenzeichen” del Gobierno de Austria; el Diploma de Honor de “Aldeas de Niños S.O.S.”, y haber sido nombrado miembro del Consejo Internacional de Derecho Ambiental. En 1990 recibe el premio “Global 500” del programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en ciudad de México, y en 1994 recibe el Diploma de Honor de la Asociación Chilena de Protección de la Familia (APROFA). Además, dedicó su vida a la proteccion de los animales, ayudando a perros y gatos callejeros, apoyando sociedades de proteccion animal, tanto a nivel nacional como internacional, impulsando campañas y escribiendo diversos libros sobre el tema.

EL ETERNO ANIMALISTA

 

Por María Celeste Jiménez, abogado animalista

Godofredo Stutzin Lipinski, el más grande animalista de Chile ha fallecido, físicamente ha dejado de existir, sin embargo su alma, su vida y su trabajo viven entre nosotros.

Quien se diga animalista, habrá escuchado su nombre, y quien lo haya conocido, habrá cambiado para siempre su vida.

Recuerdo claramente hace 11 años cuando lo conocí, yo estaba trabajando en mi Memoria de grado en la Universidad de Talca, y mi profesor de Derecho Penal, don Sergio Politoff, me recomendó visitar a su amigo abogado animalista Stutzin, a fin de trabajar mi tema sobre animales y derecho.

Aventure una mañana desde Talca hacia Santiago, con 5 meses de embarazo, ansiosa de conocerlo, advertida de la lejanía de su domicilio y de su avanzada edad, no dude en recorrer lo que fuera necesario para llegar a El Arrayán, cerca de la cordillera.

Era una parcela sencilla, no se veía desde el exterior el lujo que ostentaban sus vecinos, claramente su riqueza era otra….

Toqué el timbre llegaron corriendo al enorme portón de gruesa madera unos 30 perros, de mediano y pequeño tamaño, no sentí miedo, nunca lo he sentido realmente de los animales no humanos, pero acá había algo más… Cuando abrió la puerta, los perros saltaron hacia mí en señal de bienvenida… jamás había visto animales tan felices.

Si existe la felicidad los animales, fui testigo privilegiado de su máxima expresión.

En esa casa se respiraba amor, verdadera paz, corrían los animales por el lugar, las flores crecían libres, los frutos caían de los árboles y emergía la naturaleza como en el paraíso. En varios metros cuadrados bien distribuidos convivían armoniosamente gatos, peces, una llama cuyo nombre era Inti, pájaros y la hurón Pepina.

Había un can de sólo 3 patas, desde que me recibió en la puerta, hasta llegar a la casa, y durante todo el recorrido que hicimos esa mañana, no se separo de su amo, Don Godofredo. En el trayecto me relato la historia de cada uno de ellos, había un grupo de pequeños canes que lo seguían y lo esperaban afuera de cada lugar o habitación en que ingresaba. Sus nombres eran Mapocho, Mapocha, Godo, etc, y cada uno guardaba un secreto y profundo agradecimiento a quien lo rescato de una muerte segura.

Su relación con los animales era francamente admirable, sorprendente, todos se acercaban a él, lo reconocían como su legítimo interlocutor y lo cuidaban celosamente.

En sus oficinas en medio del bosque, entre fotos y cientos de libros sobre animales y medio ambiente, conversamos largas jornadas, me nutrí de sus conocimientos, de su avanzada visión de las cosas, con admiración lo vi leyendo y traduciendo en más de 10 idiomas, y viví su generosidad, la misma que tuvo su mujer, Nora, quien mientras vivió impulsó en Chile el trabajo de las aldeas infantiles S.O.S.

Su presencia lo acompañaba, ella había fallecido, sin embargo no he visto amor más grande que el de un hombre que coloca cada día una rosa fresca en frente de la fotografía más hermosa de su mujer, y que mantiene como ella lo haría, sus plantas y aves preferidas.

Desde su juventud, trabajo en mejorar la condición de miles de animales, fundó en Chile la Unión de amigos de los animales, precursora de CODEFF, durante muchos años realizo un programa de radio sobre los animales y el medio ambiente, sus publicaciones en medios de prensa y académicos, y sus libros son testimonio de su trabajo. Al leerlos, y re leerlos veo que hace 50 años, los problemas y el amor con que trabajan los animalistas por ellos, eran similares, y como país, hemos tardado tanto en buscar soluciones.

Hace 93 años nació un hombre que sin internet, ni medios tecnológicos y sin el capital económico que Chile ostenta hoy. Hizo realidad el milagro de estampar en la opinión pública, en la política y en el derecho, la importancia de hacerse cargo de los animales como sujetos de derechos, y de concretar el desarrollo sustentable.

Todo se traduce en lo que vi….cuando caminábamos por un sendero, se detuvo, estaba cruzando ante nosotros un escarabajo. Don Godofredo Stutzin, abogado, padre de dos hijos, destacado hombre de derecho y reconocido por su trabajo y valor humano, detuvo su marcha ante ese ser. Nada tuvo más valor en el mundo, que la vida de quien cruza ante su camino.

Cada vez que recuerdo esa escena, me detengo como él, lleno mis energías, vivo ese instante de iluminación y con la verdad en mis ojos, puedo volver a avanzar.

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BALLENEROS JAPONESES SE AUTOFLAGELAN CON SPRAY PIMIENTA

febrero 13, 2010 2 comentarios
  • El plan era culpar a los defensores de ballenas, Sea Sheppard. Qué astutos los nipones…

Por MaríaPaz Concha 

Sea Sheppard es una organización ecologista internacional -sin fines de lucro- fundada por Capitán Paul Watson (activista-animalista) en 1977, que vela por la conservación de la fauna marina. La misión del equipo no es para nada simple: deben enfrentarse con puros desadaptados sociales destructores del hábitat [como los estúpidos mata ballenas] con el fin de proteger y conservar el ecosistema y las diversas especies existentes. 

Activistas de Sea Shepherd en plena batalla.

 

Usan innovadoras tácticas para llevar a cabo sus acciones; siempre mediante acción directa. Esto significa que cuando pillan a personas o entidades cazando ballenas u obstruyendo el hábitat de cualquier ser marino se enfrentan a ellas, cara a cara, aunque sea en botecitos inflables… 

Una de las grandes tácticas de esta sociedad de conservación, es que documenta la mayoría de sus quehaceres o rescates, razón por la cuál tenemos disponible este anómalo video para ustedes. http://www.youtube.com/watch?v=W04bEq96HUo&feature=player_embedded 

Aún no puedo procesar bien esta noticia, me he reído su buen resto y, bueno, todavía no me puede caber en la mente el hecho de que puedan existir seres humanos tan ridículos en este universo. Aparte de asesinos de delfines y de ballenas, les gusta auto flagelarse… ¡Balleneros Japoneses tenían que ser! 

La disputa es entre Sea Shepherd (los buenos) y los Japo-malvados de la nave de seguridad japonesa “Shonan Maru 2“, quienes acusaron a Sea Shepherd de atacarlos con ácido butírico, cuando existe CLARA EVIDENCIA de que ellos mismos se rociaron con el spray. ¡Qué cosa más absurda! 

Los tres longis quedaron con quemaduras y heridas en la cara y acusaron a los proteccionistas de haberlos agredido. En su defensa, Capitán Paul Watson en conjunto con su tripulación, encontró material audiovisual de estos Japo-asesinos dándose un bañito de pimienta. 

Esto ocurrió el 11 de febrero del presente año (hace 2 días) mientras la tripulación de Sea Shepherd filmaba al barco enemigo desde su humilde botecito inflable. La filmación de la operación, llamada “Operation Waltzing Matilda” muestra a dos hombres con tanques en la espalda, apuntando sus boquillas a la tripulación del bote de Sea Shepherd pero, para las carcajadas de los proteccionistas y animalistas, los asesinos no se dieron cuenta de que el viento estaba en su contra! ¡Qué impotencia y que risa a la vez! Bueno, basta de palabras y les dejo el video para que evalúen la situación por ustedes mismos… 

¿Qué vamos a hacer ahora con tanto producto japonés que llegará a nuestro país? Tengan cuidadíto con los celulares con tele que serán importados a Chile, porque es probable que nos lancen rayos UV a los ojos o nos electrocuten sin razón alguna… 

“Si el ministro de las pesqueras, Hirotaka Akamatsu tuviese aunque sea un poquito de sentido de honor y de dignidad, va a pedir perdón por las mentiras que ha publicado el Instituto de Investigación Cetáceo, mentiras que acusan a Sea Shepherd de herir a 3 balleneros japoneses el 11 de febrero”- afirma Paul Watson, capitán del barco de la agrupación, llamado Steve Irwin (en honor al caza cocodrilos).

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ESOS EXTRAÑOS SERES LLAMADOS ANIMALISTAS…

febrero 13, 2010 6 comentarios

Por Pilar Izquierdo Teruel y Julio Ortega Fraile

Si a nadie le parece extraño que me detenga a auxiliar en un accidente de tráfico, suponiendo que todavía no hayan llegado los servicios de emergencia, ¿por qué algunos me califican de chalado si recojo del arcén a un perro que acaba de ser atropellado para llevarlo a un veterinario, y hasta me advierten, a modo de consejo, que dejará en el asiento restos de pelos y de sangre?. ¿A alguno de esos le preocuparían las manchas en su tapicería si procediesen de las hemorragias de un señor que se ha abierto la cabeza contra el parabrisas de su coche?, y digo más, ¿se lo pensarían si fuese su propio perro el herido?.

Muy pocos, o ninguno, van a criticar que te manifiestes contra el cambio climático, la contaminación de la atmósfera y de los mares o la deforestación de los bosques. Pero de esos mismos son bastantes los que no comprenden que lo hagas protestando contra la tauromaquia, la experimentación con animales o la industria de la peletería. ¿Por qué en un caso está bien visto y eres un ser comprometido y solidario mientras en el otro, te consideran un infeliz o un soñador, cuando no un perturbador?.

Y no hablemos ya del tema de la alimentación. Todos entienden, en nuestra cultura, que no te meriendes un bocadillo con las tripas embutidas de un pastor alemán, que no te cenes un filete del lomo de un setter irlandes o que no sirvas en la mesa una fuente con un gato siamés troceado y al ajillo. Pero si tampoco quieres hacer eso mismo cuando la víctima es un cerdo, una ternera o un pollo, entonces eres el rarito y el que se empeña en ir en contra de la tradición, de la cultura y hasta de las normas básicas de nutrición.

Así de peculiares son los valores por los que nos regimos en esta Sociedad. Un perro no se puede cocinar y comer, pero no existe reparo en dejarlo agonizando en el asfalto, o no hay problema en practicar con él la vivisección. Un gato tampoco estará en nuestra dieta, no ya por razones de salud, sino porque nos horroriza que se le introduzca vivo en una olla con agua hirviendo como hacen en otras culturas, pero muchos conductores ni los esquivan o extreman la precaución cuando los ven rondando por una carretera porque saben que en cualquier caso, saldrá perdiendo el animal. Y a la vaca o al cordero, en cambio, se les puede tener toda su miserable vida encerrados en un espacio minúsculo, engordándolos para al final, descuartizarlos y comérselos.

En definitiva, que evitarle o no a un animal el sufrimiento no depende ya sólo de su especie, sino también del origen del padecimiento, y la consecuencia es que el dolor de un mismo individuo puede horrorizarnos, resultarnos indiferente o incluso estar de acuerdo en que se le cause, todo en función de por qué y cómo le venga provocado. ¿Alguien puede darme una explicación coherente y con un mínimo de ética para este tipo de aberración moral?.

Y en cuanto al tener que estar justificando continuamente los motivos de declararse en contra de cualquier tipo de maltrato a los animales, no ya ante los que se los infligen, que con esos el debate, en el caso de ser posible, va por otros derroteros, sino con nuestros allegados, con amigos y familiares, ¿es realmente tan difícil de comprender que se abrace esa filosofía de rechazar cualquier tipo de violencia, de explotación o de agresión gratuitas a otros seres?. A mí, lo que se me antoja inconcebible es defender precisamente lo contrario.

No me causa el menor desánimo ser el blanco de las iras o de los insultos de taurinos, cazadores, vivisectores, ganaderos industriales o propietarios de circos con animales; tampoco me asombra la indiferencia de los políticos, de muchos medios de comunicación o de amplios sectores de la Sociedad, pero lo que realmente me duele y no puedo entender, es por qué muchas veces en los míos veo críticas, incomprensión y hasta miradas que parecen ocultar lástima por mis “veleidades” animalistas y por haberme convertido en defensor de “causas perdidas”.

Aquellos, cercanos o no, que sientan que soy yo el equivocado, el majareta o el rebelde sin motivo, quizás puedan explicarme qué piensan de un chino que cuelga por el cuello a un perro vivo de un gancho y lo abre en canal, o al verlos comer los sesos de un mono cuyo corazón todavía palpita, también cuando contemplan como en Tanzania torturan y matan a los albinos para realizar con ellos rituales mágicos, o las ablaciones de clítoris en Sierra Leona.

Tal vez, lo que el cocinero chino o la curandera somalí piensen de ellos al observar su repugnancia, su horror y su rechazo a tales costumbres, sea muy similar a lo que ellos creen de mi. Y es que en definitiva, se trate de hombre, mujer, perro, cerdo o mono, hay algo que las diferentes nacionalidades no pueden alterar y es común en todas ellas: la angustia y el sufrimiento de las víctimas cuando son sometidas a padecimientos terribles o asesinadas. Y existe un aspecto que tampoco debería de depender de cuestiones educativas, de culturas o de códigos penales: la obligación de expresar nuestra repulsa absoluta a que la violencia sobre otros seres forme parte de la conducta humana, sea cual sea la disculpa para ejercerla, la especie del martirizado o el rincón del Planeta donde ocurra.

Imagino que hay una razón muy poderosa para explicar el porqué de esta paradoja en nuestra escala de valores: los intereses económicos. Las industrias que en nuestra Sociedad han encontrado un mercado para sus artículos, se encargan de engrasar continuamente los mecanismos adecuados para que nos parezca no sólo lícito, sino imprescindible seguir consumiendo productos que de un modo u otro, impliquen angustia para animales. De tal modo, y teniendo en cuenta que en otras culturas, los empresarios hacen lo propio según los hábitos de sus clientes, hemos de llegar a la conclusión que la diferencia entre el bien y el mal no radica en el hecho en si, sino en nuestra percepción del mismo en función de lo que nos han presentado como virtuoso o como perverso. En todo caso, una justificación muy pobre y que sólo puede servir para aquellos que no tengan el menor interés en reflexionar sobre las consecuencias de sus actos.

Categorías: Artículos de opinón

ELLOS NO PUEDEN VOTAR

Por Ariel Mena Bernal

Cuando se quiere ejecutar una medida, se recurre a la mayoría de las veces a la Democracia, o mejor dicho, nuestra Democracia, aquella que nos han inyectado sólo para hacernos creer que nos gobernamos. Puntualmente, se sometería a votación una medida que, para buscar solución a la excesiva población de perros callejeros, se ha considerado asesinarnos, envenenando a cualquier perro cuyo aspecto o libertinaje denote la ausencia de un dueño.

Esta medida, o más bien, esta ocurrencia, ha causado gran sorpresa, debido a la simpleza con que se ha tocado un tema que raya en la crueldad. Sabiendo además por casos similares, en que los respectivos fumigadores envenenaron hasta perros que se encontraban dentro de sus terrenos, amaneciendo muertos en el patio de sus dueños.

El problema no sólo está en la brutalidad de regular la población canina a través de estos asesinatos, sino también la cantidad inmensa de dinero que se necesitaría para la inversión. Hablamos de los ya sabidos 6.500 millones de pesos que se estarían usando para este propósito. Una suma de dinero que, podría usarse en salud, educación, solucionar problemas medio ambientales; pero las causas fraternalistas de Chile han girado en una maquinación que por motor tiene el dinero. Saber que el dinero es lo que se mueve, es entender que todo lo demás es irrelevante. Como en este caso, la vida de estas criaturas, que no se pueden defender. Criaturas, que no pueden votar.

Y, de aplicarse la medida ¿Qué mecanismo puede ser usado para alegar, si al momento de protestar responden siempre con fuerzas policiales y carros lanza agua?

Categorías: Artículos de opinón

LA FURIA DIARIA

Por José Manuel García Montes, periodista

Este ha sido un mes donde “la mitad vacía del vaso” parece prevalecer. Decirlo así no es más que un formalismo, porque a veces me siento como Michael Douglas en “Un día de furia”: con ganas de hacer justicia con mis manos, aunque eso signifique olvidarse de las apariencias y, sobre todo, de poner la otra mejilla.

¿Qué me molesta? Simple. Los repudiables actos humanos que, día a día y con milimétrica precisión, nos recuerdan que siempre somos capaces de lo peor.

A Erasmo García le metieron un destornillador en la cabeza y, después de la previsible agonía, murió. ¿Su pecado? Conducir un bus y resistir el asalto de turno. Un muchacho de 15 años, al cual su abuela protege de antemano -“a mi nieto lo están cargando”, dice-, es el presunto asesino. Tiene apodo y todo -”Magú”-, pero nadie le enseñó el respeto por la vida. El es un pichón de criminal y ante sus pares seguro que se ufana de serlo. Pero el caso es que a Erasmo lo mataron y, ahora, previsiblemente, pasará el tiempo sin que nadie pague, sin que su familia pueda sentir que hay justicia real y sin que, en concreto, exista una condena fuerte y decidida para un crimen que -como otros- es feroz, brutal, aberrante.

En la radio donde trabajo tuvimos un ejemplo más próximo de cómo los “flaites” -ese remedo de gente que ha llegado para exhibir su repugnante presencia, su desparpajo- siempre acechan por su oportunidad. Antes de contarlo, aclaro que no tengo nada contra los pobres, contra los humildes, contra quienes se desloman trabajando. Ellos no tienen nada que ver con los “flaites”, seres de rapiña que están dispuestos a quedarse con lo ajeno, eso entre otras cosas. El caso es que a un compañero le robaron, a la bajada de la micro, el computador y su mochila. Pero eso no es lo peor. Los ladrones, que siempre actúan sobre seguro, al menos de a dos porque no son valientes para hacerlo solos, ahora quieren plata para “devolver” las pertenencias. Desde luego, las cosas están perdidas y ya deben tener otros dueños. Y molesta que ellos piensen que lo que están haciendo es una transacción, una especie de “venta”, que fijen las “reglas” para hacerlo y que se sientan en igualdad de condiciones con las víctimas.

Ya cuando se “enojan” porque no habrá dinero ni negocio, uno llega a la conclusión que esa insolencia, la de estos tiempos, la que desafía a la inteligencia y la dignidad, es una de las peores cosechas que ha podido existir.

¿A qué vienen estos ejemplos? La sociedad, ésta, la chilena, la única que podemos hacer mejor, requiere mirarse a sí misma y decir basta. Acá los problemas no son los delitos, sino éstos y la gente dispuesta a cometerlos. No sólo es la droga sino ésta y quienes, todos los días, sin miramientos, están dispuestos a venderla. No son sólo los abandonos de animales, sino quienes, apelando a quizás qué lógica, creen que un ser indefenso se las verá bien en la calle. Lo que quiero decir es que hay muchas ¿personas? que están haciendo nada porque las cosas mejoren. Y lo mismo vale para quienes ofrecen animales en internet o en los diarios. Así como hay cientos que luchan, incluso sin tener los recursos, por ayudar, también hay otros cientos que están más interesados con lucrar. Y de ese péndulo dependen vidas, ni más ni menos.

Seamos claros: el infierno está en el mundo, no hay que esperar a morir para verlo. Lo vimos en los Balcanes, en el 11 S, en la “noche larga” de Chile, hoy en Haití. No dejemos que esta sociedad, la nuestra, tan pasiva y sumisa, siga perdiendo la dignidad. Cuando ello termine de pasar, no habrá tiempo y faltarán ideas para girar en otra dirección.

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PARECE QUE SOY UN AVATAR

febrero 9, 2010 2 comentarios

Entre crítica y reflexión

PARECE QUE SOY UN AVATAR

 

Por Alejandra Cassino M.

Con palomitas de maíz dulces en una mano y en la otra un vaso de Coca Cola, me dispuse a ver el estreno del año: Avatar. Esperaba que James Cameron, el director del filme, me sorprendiera y cautivara, como lo hizo en Titanic, donde pese a saber el final de la historia, era imposible abandonar a Rose y Jack. Además impuso dos escenas en la enciclopedia cinéfila: la de la proa cuando los personajes parecen volar y Di Caprio sentencia “Soy rey del mundo”; y, claro la del la marca de la mano sobre el vidrio empavonado como muestra de un encuentro cargado de pasión y lujuria.

Lamentablemente, a los 30 minutos de ver Avatar, supe el final y, lo que es peor, la trama completa. Es que la película de Cameron es demasiado predecible, incluso el que el protagonista se vuelva algo así como el gran Toqui de Pandora. Sorprende claro el uso de la tecnología que justifica, finalmente, los casi 300 millones de dólares que involucró la producción.

Al terminar de ver el filme de Cameron me acordé de la película “Danza con Lobos”, donde un soldado descubría la necesidad de conservar el equilibrio de la naturaleza, mientras los aborígenes poco podían hacer por evitar la masacre de los búfalos en las praderas de Estados Unidos. En esa pieza cinematográfica el mensaje era claro: al acabar con una especie, el búfalo, arruinaba el equilibrio de otra, los aborígenes. De ese modo el hombre blanco los debilitaba, volviéndolos permeables ante el avance inevitable de lo que la cultura occidental considera progreso.

En Avatar, Cameron cambia los búfalos por los bosques de Pandora. Los terrícolas (alienígenas en el filme) hacen de todo por extraer un metal valiosísimo. Grace, la científica que interpreta Sigourney Weaver, será clave en el cambio de los acontecimientos y en recobrar los equilibrios. Amor, aventuras, miles de disparos y explosiones, parajes exóticos, tecnología y el mensaje de fondo: hay que cuidar el planeta y toda acción tiene su consecuencia.

La verdad atribuí mi falta de asombro ante la película, a la edad. Pero no estoy tan vieja, para ser justos; y, siempre me han gustado las películas de acción y ciencia ficción, donde la relación balas-hombre. Entonces entendí algo que puede parecer de perogrullo para quienes nos hemos atrevido a establecer un vínculo distinto con nuestro entorno y aún más aún si eres latinoamericano y pensé “no será que soy un Avatar”.

La idea puede ser descabellada, sobre todo si consideramos que mi piel no es azul y que no mido más de dos metros. Claro, tampoco tengo una trenza que se conecta con los terminales nerviosos de los animales y de algunas plantas y no duermo en una hamaca colgada en un árbol sagrado. Sin embargo, al igual que todos los que estamos comprometidos en una causa, sabemos de la fragilidad de los equilibrios y que toda acción tiene sus consecuencias.

Resuelto el por qué no me satisfizo la película, me pregunté por qué ha sido un éxito de taquilla si es todo tan obvio. Es un tema cultural. De eso no hay duda y por primera vez se le agradece a los grandes estudios cinematográficos que se sintonicen con el mensaje de salvar al planeta.

El cine estadounidense no es tan sólo una maquina de entretenimiento, sino también una poderosa herramienta de información, propaganda y política. En este caso, Avatar aparece cuando la discusión sobre el calentamiento global aún no concluye y varias generaciones se han dedicado a devastar todo lo que encuentran a su paso.

Bosques, ríos, selvas, mares y glaciares han ido desapareciendo y con ellos los ecosistemas que habitaban. El consumo desmedido de todo artículo fabricable y el de carne sin prever sus consecuencias, sin mostrar el mínimo respeto por la vida, es quizás lo que provoca que la película de Cameron reciba el reconocimiento de las nuevas generaciones.

Sinceramente espero que Avatar se vuelva una moda. Quizás no esté todo perdido.

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