Marchar por marchar

Por MAC

 La convocatoria fue clara y precisa: todos a marchar por los Derechos Animales. La cita tenía una connotación mayor y se diferenciaba de las anteriores marchas al agregarle el calificativo “mundial”. Era obvio nadie podía restarse. Y así fue que con pendones, lienzos, carteles, megáfonos, cajas, pitos y cornetas animalistas, proteccionistas, veganos, vegetarianos, niños y adultos nos reunimos en Plaza Italia para marchar por los Derechos Animales.

El panorama era diverso, mientras los de siempre daban entrevistas trasnochadas sobre dudosos éxitos en la lucha animalista, otros se preocupaban de las mascotas que también se sumaron al encuentro. Una tortuga fue foco de atención para los medios igual que los niños que llegaron con sus padres para ser parte de la marcha. Maluco se sacaba fotos con sus fans al igual que María Cristina Gaete –la señora que fue presa por no querer deshacerse de sus gatos- y Pablo Peñaloza, el abogado animalista que postula a diputado por Santiago, se dedicó a contestar dudas jurídicas sobre causas emblemáticas como la de la Protectora de Animales y la de Bubito, la mascota que fue entregada como bocado a los hambrientos leones del Circo Monterrey.

 Los carabineros atentos a todo marcaban a los ya conocidos líderes de CDA. De fondo, desde una camioneta acondicionada como equipo móvil de amplificación, la música sonaba a todo volumen. De vez en cuando Pilar, arengaba a los presentes con frases como “no podíamos faltar”, “qué lindo que podemos mostrar que somos muchos”, etc, etc.

En medio del ambiente festivo, cerca de las 15:00 horas se organizó a los asistentes para marchar por la Alameda hacia el paseo Bulnes. De inmediato CDA lanza la consigna de precalentamiento “¡El que no salta come carne! ¡El que no salta come carne!”. En cuestión de segundos Henry, uno de los organizadores se acerca a los veganos y les pide morigerar las consignas “Por favor la idea es que no sean tan radicales los gritos. Por qué aquí hay todo tipo de gente que no sabe de esto. Por fa, cuando vayamos caminando siguen con eso”. Ingenuamente pensé “los organizadores saben de marchas. Dejan lo más fuerte para arengar en el camino. Biennn!!! Buenos recursos, buenos tiempos. Esto se ve muy bueno”.

Encabezada por la amplificación móvil de la que sólo se escuchaban los sones de la cumbia y el axe, la marcha continuó su ruta, custodiada por Carabineros. La mayor parte del camino hubo silencios eternos que sólo desparecieron brevemente en las estaciones habituales de los “vía crucis” animalistas el Kentucky Fried Chicken, la casa central de la Pontificia Universidad Católica y los Mac Donalds.

Por fin llegamos a Bulnes gritando en contra de los circos y exigiendo liberación animal. En el escenario Pilar arengaba tibiamente a los presentes, “esto no termina aquí seguimos con el show de Maluco y otros músicos invitados”. “Estamos aquí por los animales”. Pese a los esfuerzos, de 600 participantes sólo unos 200 se quedaron hasta el final del evento.

 Estuvo muy entretenido. Mucha música, mucho baile, mucho salto. Stands informativos y peticiones de hogares adoptivos en vivo, al estilo de “llame ya” –esperamos les hagan seguimiento a los animales entregados en “adopción” hoy- , un homenaje a Mercedes Soza, mucho axé, rock. Así entre tambor y tambor y como en la canción de Sabina nos dieron las seis de la tarde y de Derechos Animales ni una sola palabra. Nada sobre la nueva ley de exterminio que se pretende promulgar bajo el título de Tenencia responsable de Mascotas y Animales de Compañía. Ni una palabra sobre lo sucedido en el canil de Ñuñoa. No hubo propuestas ni reflexiones. No se recordó a Clarita Hope, ni a los lobos marinos dinamitados, mucho menos a los tiburones víctimas del aleteo en las costas del norte de Chile. Tampoco se mencionó a gaucho y su retorno a Sudáfrica ni a Antü, ni a la Rucia. Sólo una completa oración quedó suspendida en el crepúsculo cuando el acto terminaba: una invitación para que el próximo año volvamos a repetir la experiencia y a defender el derecho inalienable del animal humano a recrearse.